La fórmula de la farmacéutica estadounidense también
requiere ser congelada, igual que la de Pfizer, pero se conserva hasta 30 días
bajo refrigeración común. El reporte fue publicado tras detectarse 95
infecciones entre los voluntarios participantes de los ensayos, de los cuales
la gran mayoría pertenece al grupo que recibió un placebo
El laboratorio estadounidense Moderna informó este lunes que
su fórmula de vacuna contra el COVID-19 ha mostrado una eficacia de 94,5% en
los resultados preliminares de la fase 3 de estudios, un nuevo rayo de
esperanza en la lucha contra la pandemia.
El reporte fue publicado tras detectarse 95 infecciones
entre los voluntarios participantes de los ensayos, de los cuales la gran
mayoría pertenece al grupo que recibió un placebo: solo cinco de los
contagiados había recibido la fórmula real.
Hace una semana, su competidor Pfizer anunció que su propia
vacuna COVID-19 tenía una eficacia de más de 90%, noticia que pone a ambas
compañías en camino de pedir permiso en semanas para su uso de emergencia en
los EEUU. Las autoridades sanitarias habían adelantado que un umbral superior
al 50% ya sería una noticia alentadora.
Moderna detalló que una vez descongeladas, sus dosis pueden
durar más tiempo en un refrigerador de lo que se pensaba inicialmente, hasta 30
días, lo que facilitaría notablemente la logística de distribución.
El Dr. Stephen Hoge, presidente de Moderna, acogió con beneplácito
el “hito realmente importante”, pero dijo que lo más tranquilizador era tener
resultados similares de dos compañías diferentes. “Eso debería darnos a todos
la esperanza de que realmente una vacuna va a ser capaz de detener esta
pandemia y con suerte nos devolverá a nuestras vidas”, dijo Hoge a AP. “No será
sólo Moderna la que resuelva este problema. Va a requerir muchas vacunas” para
satisfacer la demanda mundial, añadió.
La vacuna de Moderna, creada con los Institutos Nacionales
de Salud, está siendo estudiada en 30.000 voluntarios. Entre los 11 casos
graves de las 95 infecciones, todos pertenecían al grupo de placebo. Además, no
se detectaron problemas de seguridad significativos.
Los principales efectos secundarios fueron fatiga, dolores
musculares y dolor en el lugar de la inyección después de la segunda dosis de
la vacuna, a un ritmo que Hoge caracterizó como más común que con las vacunas
contra la gripe, pero a la par de otros como la vacuna contra el herpes.
La vacuna de la compañía de Cambridge, Massachusetts, está
entre los 11 candidatos en las últimas etapas de pruebas alrededor del mundo,
cuatro de ellos en enormes estudios en los EEUU. Tanto la vacuna de Moderna
como la de Pfizer-BioNTech son las llamadas vacunas de ARNm, una nueva
tecnología. No están hechas con el coronavirus en sí, lo que significa que no
hay posibilidad de que alguien pueda contagiarse con las inyecciones. En su
lugar, la vacuna contiene un trozo de código genético que entrena al sistema
inmunológico para reconocer la proteína punzante en la superficie del virus.
Los casos del virus en Estados Unidos alcanzaron los 11
millones en los últimos días, un millón de ellos registrados apenas en la
última semana. La pandemia ha matado a más de 1,3 millones de personas en todo
el mundo, más de 245.000 de ellas en EEUU.
Aun si la Administración de Alimentos y Medicamentos de
Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) permite el uso de emergencia de
los medicamentos de Moderna o Pfizer, habrá suministros limitados hasta final
de año. Las dos vacunas requieren dos dosis separadas por varias semanas.
Estos resultados no han sido, sin embargo, evaluados todavía
por científicos independientes. Más de 30.000 participantes integran el ensayo
clínico a gran escala de Moderna, que comenzó en julio. Para fines de octubre,
todos los voluntarios ya habían recibido la primera dosis y menos de 5 mil
personas restaban recibir la segunda.
Entre los 95 infectados, hay 15 adultos mayores y 20
ciudadanos identificados como minorías étnicas: 12 latinos, cuatro
afroamericanos, tres de origen asiático y uno multirracial.
(Con información de AP)